Buenos días cariño.
Como ya sabes, mi deseo es que tu vida se asiente sobre un lecho de bienestar personal y social, aunque para ello tengas que tolerar y gestionar adecuadamente el sufrimiento, los fracasos, el dolor, el aburrimiento, etc. Así, has de aprender a marcarte unos objetivos y luchar por ellos sin agresividad, sin presión, con esfuerzo, firmeza y confianza.
Ciertamente, para poder enfrentarte a estos objetivos vitales lo primero que tienes que hacer es decidir cuáles son, decidir cómo quieres que vaya siendo tu vida y decidir qué caminos vas a transitar para acercarte a ellos. Como ves todo son decisiones.
En definitiva, decidir es una conducta que vas a poner en funcionamiento constantemente en tu vida. Aunque no quieras decidir y creas que no tomas partido por ninguna posición, ya estás decidiendo... no tomar partido.
Por eso hoy me gustaría hablarte de lo estupendo que es tener oportunidades de decidir. Del privilegio que es poder decidir en lo que afecta a tu vida. Creo que no debes desaprovechar este privilegio por miedo a cometer errores y permanecer así paralizado. Puedes cometerlos, es humano, incluso tus padres y yo mismo, que te parecemos que todo lo podemos y sabemos, los cometemos, los sufrimos, pues en muchas ocasiones elegimos mal, equivocadamente. Pero ¿sabes lo que pasa cuando nos equivocamos? Pues que nos estamos moviendo, luchando por nuestros objetivos y aprendiendo. Cuando vemos un error y nos damos cuenta de qué hicimos mal es el mejor aprendizaje para ser mejores. Sí, mejores. Los errores son el camino para ser mejores, para evolucionar y poder llegar a alcanzar esos objetivos de bienestar que deseas en tu vida. Puedes no tomar decisiones por miedo a equivocarte y que puedan reírse de ti, por que terminen no valorándote y te digan que te equivocaste y que, por eso, no eres lo suficientemente bueno, por miedo a que sea una decisión irreversible. No tomar decisiones, entonces, sí será el error de tu vida. Esta conducta es bloqueante, paralizante y nunca podrás evolucionar, cambiar, mejorar, alcanzar tus objetivos. Serás un sufridor toda tu vida.
Por todo esto, me gustaría que aprendieras que decidir (con posibilidad de equivocarte) es moverte, mejorar, desarrollarte, ser cada vez mejor. Además, si lo practicas, si tomas decisiones sobre aquello que afecta a tu vida, comprobarás que cada vez te sientes mejor. Te valorarás cada vez mejor. Te sentirás fuerte y competente, capaz. Es lo que llamamos autoestima.
Quiero que DECIDAS, para bien o para mal, pero que siempre seas el protagonista de tu vida. No me gustaría que te dejaras llevar por la corriente de la vida, sin remar hacia alguna orilla concreta. Me gustaría que sintieras que tú decides sobre las cosas que están bajo tu control y que tú ejerces ese control. Imagínate que vas en una canoa por un río, quiero que remes, me da igual la dirección, pero remar te hará responsable de la dirección que has tomado. Si te dejas llevar por la corriente más fuerte, en el mejor de los casos puedes llegar, por suerte, a donde quieres. Pero no lo vas a valorar, pues sabes que no tienes ningún mérito, nada has hecho, te has dejado ir. Has elegido la incertidumbre, la inseguridad, el sentirte incapaz, débil, que no controlas tu vida, la ansiedad...
Si te sientes así alcanzando el objetivo que tú quieres sin haber decidido, ¿te puedes imaginar qué sucedería si ni tan siquiera lo alcanzas? ¡Todo sería peor aún!
Pero yo sé que es difícil muchas veces decidir. En la próxima carta que te escriba te diré algunas cosas. Por ahora me gustaría que pensaras en lo que te he dicho hasta aquí.
Un beso muy fuerte. Te quiero mucho.
Tu abuelo.